Beckham nunca conoció Durazno y otras historias insólitas del fútbol Uruguayo

Miguel Méndez

Un jugador comprado a cambio de 500 costillas de carne, un partido con entradas a un peso, una mujer que jugó en un equipo masculino, un espectador que hizo de juez de línea, un pase puente que terminó con una estrella mundial jugando en central español, el insólito pacto de palabra entre Nacional y Peñarol que le impidió a uno de los equipos ser campeón, el verano en que Maradona quiso comprar la IASA, el torneo oficial que el deportivo la Coruña jugó en Uruguay, la vez que un equipo jugó tres partidos en un mismo día o cuando Cerro defendió a Nueva York en el fútbol de Estados Unidos.

Estas son tan sólo algunas de las increíbles historias que Miguel Méndez recupera en «Beckham nunca conoció Durazno», un divertido libro que refleja el costado más pintoresco y honesto del fútbol uruguayo.

«Ser futbolero y desmemoriado es casi una contradicción. En la orilla oriental del Plata, las anécdotas incluyen canchas sin pasto, dirigentes con mostrador y mucho amor
que hace a la identidad nacional. He ahí la materia prima de Beckman nunca conoció Durazno y otras historias insólitas del fútbol uruguayo.”

Martín Rodríguez



Comentarios de Prensa

“En total, nos topamos con 32 historias. La mayoría, de esas que, para bien o para mal, sólo pueden pasar en Uruguay; entre ellas se incluye el bizarro y corto paso del relacionista público argentino Gaby Álvarez como manager de Durazno Fútbol Club, en 2009, que, entre tantas promesas megalómanas, había anunciado que iba a traer al galáctico inglés David Beckham a jugar un partido. El final ya se sabe: está en la tapa del libro.”

Ignacio Martínez, La diaria

Una serie de publicaciones en la web aguantenche.com.uy fue la catapulta para que Miguel Méndez desarrollara historias insólitas que han ocurrido en el fútbol uruguayo y dar a luz su primer libro llamado “Beckham nunca conoció Durazno”. La obra recorre 32 historias que describen lo pintoresco de este deporte en varios casos y en otros, la mala organización de la liga local.

Enrique Arrillaga, El País